jueves, 1 de mayo de 2008

Bitácora de un ... I

Un déficit de auroras, un opaco despertar. Sentirme noctámbulo y serlo sin mas, bajo una dosis gigante de insomnio, sobre un abismo que no acaba, en el centro de un amargo pensamiento multiforme. La incertidumbre acerca de mí mismo: qué soy sin razón de ser. Una maraña de miedos que al principio sólo fueron miedos y luego realidad. Oler el fin, pero mirarlo como se mira un punto en el horizonte, como si todavía tuviese tiempo para prepararme, como si fuese capaz de medir la disposición; sin embargo despertar un día, ignorante de la palmada en la espalda que el hado me propina insensible, y encontrarme de pronto inmerso en aquel lejano punto. Aun no estaba preparado.

Un saxo me acaricia el oído y no lo escucho. La noche se revela sin estrellas y el día abomina un ocaso constante, sin el matiz del cielo que hace de la naturaleza un artista.

Vuelvo a acostarme y cierro los ojos resignado: aun la veo

El sueño me posee, pero no el descanso. Ahí está, extrovertida, callada y recurrente. Allí estás y empiezo a sentirme extraño. Me acerco a vos y orbito desorbitado tu silueta incorporea. Las huellas del amor, incandescentes, me apresuran a la llama que las forjó, y yo, inseguro y deslumbrado, me dejo llevar.

Y si no lo hubiera leído, no sabría cómo decirlo. Estabas ahí, delante mío y yo delante tuyo; la tentación me enervó el alma y me pregunto porqué carajo en los sueños te recuerdo tal y como eras cuando todavía podíamos sonreirnos sin esta brecha de amarguras; porqué no te recuerdo como te recuerdo cuando estoy despierto, despreciando mis brazos, destructora e inocente a la vez. Pero no, estás ahí, hermosa, sonriente, compaginada al ritmo de la sangre que recorre por mis venas, cada vez con mas fuerza, inversamente proporcional a mi capacidad de resistencia. Estás ahí y yo toco tu boca, con mis labios toco tu boca, despacio, como si pudiese dormir toda la vida con el sueño detenido en ese punto, punto donde coinciden dos almas por medio de la carne, creando un mundo de forma en el mundo de la idea y para el mundo de la idea. Toco tu boca y siento la delicadeza de tus labios, ahogándome como deseo que me ahoguen, cual si quisiera apagar la sed bebiendo agua de mar, convirtiendo la saciedad del deseo en aumento de la sed. Toco tu boca y me abismo en su interior, rozando tu lengua con la timidez de un primer beso, pero con la seguridad de un entendido en vinos, que toma a sorbos de la copa de tu boca, saboreando una medida de placer; rozo tu lengua y siento que se frota en la mia, amplificando el gusto y el tacto en la húmeda suavidad áspera, en la tibiez que tiene mucho de terciopelo y de fruta madura. Toco tu boca y con mis brazos te aprisiono, con fuerza, te recorro con mis manos, como si te estuviera moldeando al paso de mis dedos por tu cuerpo inacabable. Toco tu boca y acaricio tu vientre, tu espalda, la base de tus pechos; acaricio tu cuello y lo beso y aventuro mis manos a tu cola, sintiéndome abrazado por tu ser que me escala como una madreselva carnívora, ensuciándome de estigmas con la orografía de tu cuerpo. Toco tu boca y froto tu lengua y mi cuerpo se enciende, atravesado de par en par por el deseo de hacerte el amor en un arrebato de fuerzas que me inundan. Deseo de despertar en mi la bestia civilizada que sabía acometerte con el salvajismo romántico de penetrar ceremonialmente en tu tibio interior, de repetir un efímero movimiento de cadera, azotando tu vértice húmedo de pasión; de tocarte simultáneamente cada recóndito rincón de tu forma; deseo de sentir tu respiración pesada, un leve gemido, dos leves gemidos, una ola de calores y fríos recorriéndome la espalda al sutil contacto de tu mano que improvisa una caricia que no quiero que termine. Deseo de disfrutar con todos los sentidos en alerta constante: respirando el inconfundible aroma de tu pelo; hiponotizado ante la firmeza de tus pezones desafiantes; encastrado en vos al ritmo del golpe de nuestros cuerpos, y de la agitación que torna cada vez mas exitante tu respiración; extasiado con esa extraña mezcla de temperaturas, con la sensibilidad de tu interior, con la suavidad de tus caricias, con la humedad de nuestros cuerpos empapados del apetito de espíritu y de carne que sentimos el uno por el otro, con el relieve seráfico de tu cuerpo que quiero sólo para mí; arrebatado de la vida por el sabroso sabor de tu ser, rayando entre el delirio y la locura de una última penetración profunda que me deja enrojecidas las huella de tu cuerpo, y en la que dejo algo mas de mi, volvíéndome insignificante fuera de esa amalgama que conformamos ahí, ajustados por obra y arte de la vida y de la naturaleza. Deseo de una penetración postrera que semeja a la muerte, pero aun más a la vida, escapándonos a los límites de nuestra piel, transformándonos en una sola masa amorfa de sensaciones espectaculares que nos dejan hablando en arameo. Toco tu boca y todos esos deseos me ahogan a la vez, pero también la puta y grandiosa realidad de que sólo con vos me es posible sentir todo eso. Toco tu boca y soy infeliz porque toco tu boca pero ya no te veo; veo el techo de mi habitación, despierto y anegado en la triste certeza de que ya no toco tu boca.

Me siento en el lecho, conciente de que (quizás por suerte) el orgullo no me deja llorar tu pérdida, y de que hasta la soledad se me indispuso ensuciándome los rincones con hemorragias de ausencias. Y yo continúo anhelándote mientras los días se me van y el instante se acerca, y se me ocurre pensar que mis razones tal vez no sean mas que finos elementos del movimiento constante del hado, arrastrándome como un río a la hoja seca del sauce. Por eso no te culpo ni culpo a nadie. Me insisto soledades espirituales y la vida corre hasta el océano inevitable. Tampoco le echo la culpa al destino, quizás el tipo sólo hace su trabajo. Así, tal vez demasiado encerrado en mi cabeza, sin poder echarme y sabiendo que soy mi propio enemigo mas terrible, me invade la certeza de que tristemente, el grano de arena en el reloj, está condenado a caer.

4 comentarios:

Anamundi dijo...

Llora. El orgullo nunca ha dado buenos consejos. En algún momento ayuda a mantenernos en pie, no lo niego. Pero resulta mejor echarse a tierra y derramar suficiente agua y sal donde reconfirmar el alma.

Un abrazo,

Ana

Princesa dijo...

No se porqué, ni como, siento que te conozco...
tal vez no a ti, tal vez a tu mente...

Pasion_intima dijo...

Encontre esto ni se como y has echo brotar lagrimas de mis ojos y dejas en mi una sensacion de tristeza, tu post es bello al tiempo que tremendamente triste, un beso

Anónimo dijo...

Este escrito es desgarrador y tiene mucha fuerza. Creo que has plasmado en él la oscuridad que te atenaza y lo has hecho con maestría.

Sinceramente creo que tienes mucho talento para la prosa y que tu facilidad para plasmar sentimientos en palabras es alucinante.

La parte sensual de la historia, que termina con el amargo despertar, con el baño de realidad de la ausencia, me ha parecido genial.

Sigue mejorando tu blog, apóyate en él y tira siempre para adelante.

Alguien con esa sensibilidad merece mucho la pena, por lo que no vale rendirse, ESCRITOR.

Un abrazo enorme.